La señora del ático
Por cosas del trabajo, cambie mi horario, y tenía que ir temprano a la oficina a dejar el trabajo del día anterior y coger el nuevo. No usamos nubes o servidores propios, solo pendrives codificados. No me suponía problema, me acercaba al centro con mi moto y volvía rápido. Me gusta teletrabajar, estoy a mi aire y lo hago en los ratos que quiero.
El caso es que me encontraba con vecinos que no había visto aún, desde que me había mudado a esta finca.
Conocí a la señora de la limpieza y en un par de días de saludarnos ya sabía la mitad de los chismes de la escalera.
Pero una mañana que había vuelto de la oficina y cogido el pan, charlaba con la portera, cuando bajo los cinco escalones que quedaban después de dejar el ascensor y la vi. Metro setenta, pelirroja, de piel muy blanca, grandes pechos y unas caderas con la curva en la cintura estrecha, para cogerla y que no pudiera escapar. No le pude ver los ojos, porque llevaba gafas de sol. Iba muy elegante, con un vestido raso, ajustado y un escote a media talla. Que dejaba ver el principio del canalillo de sus grandes pechos. Con un collar de pequeñas piedras de cristal.
-Buenos días, señora Marta -Le saludo la señora de la limpieza.
-Buenos días Fina- le contestó ignorándome.
La seguía mirando y la portera reaccionó y dijo:
-Este es el señor Pendergast, del quinto segunda.
Giró la cabeza, me miro y alzo la mano para saludarme y yo me lancé a ella, cogiéndole de los hombros y le di dos besos en las mejillas aspirando su olor, olía a violetas y a algo parecido a fresas.
Se quedó un segundo turbada y se quitó las gafas de sol mirándome a los ojos.
Tiene unos ojos muy parecidos a los míos, pero de un verde más claro, más grandes y unas grandes pestañas. Debe tener unos cincuenta y tantos, pero aún tiene un buen repaso.
En ese momento lo supo, y yo también. Se quedó paralizada intentando apartar la mirada, con un remolino de recuerdos que le llegaron de golpe, recuerdos de hacía muchos años, pero que le mojaron sus bragas de seda y encaje. Mi polla empezaba a despertar, sabía que andaba una presa cerca, se acaloro y dando un respingo se giró y se fue.
- ¿Ya se conocían? -preguntó la chismosa de Fina oliendo nuevo titular del día.
-No, solo se habrá asustado por los dos besos, me iba a dar la mano- conteste sonriendo.
- ¡Uy! Es que es la antigua dueña de la finca. Bueno la hija de los dueños. Aún tiene seis pisos arrendados y muchos bloques del centro son suyos. Viene de familia de marqueses y gente de esa- me explico.
-Si, ya he conocido a varios vecinos mayores, que se les ve de buena cuna- le dije.
-Si, si aquí hay muchos, y lo que más, militares de esos rancios, que no te dan ni los buenos días- añadió.
-Fina, por favor, no generalices. Yo soy militar- le reñí sonriéndole.
- ¡Ay! Perdone señor Pendergast, no lo sabía. Y como es tan joven- añadió mirándome golosa.
-No se preocupe Fina, y no me trate de usted, que me debe llevar poco- le conteste.
Seguimos charlando y le saque que vivía en el ático, que solo son dos pisos, que hacen el doble del mío, ósea cuatrocientos metros de piso y una terraza de treinta metros. Que es viuda y tiene una hija en América, que es cirujana (de las buenas) añadió. Y que seguramente fuera al centro a tomar café con sus amigas.
Dejé a Fina sonriente y contenta con material para una buena paja con las veces que le cogí la cintura y le di buenos apretones mientras reíamos.
Me pare en mi buzón y desvié la vista rápidamente, para ver el nombre completo de la señora Marta, Fina me miraba golosa, con poco disimulo, y me saco una sonrisa.
Llegué a casa e investigando un poco, pude corroborar lo que me había contado Fina. Vi algunas fotos de ella más joven, y claro está, que estaba de vicio. El marido era bien parecido, también alto y fuerte como yo, y militar, que murió de cáncer hacía ya diez años. Y encontré fotos e información de su hija, un calco de la madre, menuda jaca. Lástima que no fuera vecina también, pensé apenado.
Al día siguiente me paro Fina ansiosa por contarme algo, cerrando la puerta tras de mí y mirando afuera, como si me siguieran o nos expiarán. Me hizo mucha gracia.
-Pender, ayer al mediodía ya me iba, y la señora Marta me estuvo preguntando por ti- me dijo.
-Bueno, es normal, soy nuevo en la finca. - le conteste.
-No, no. Por el piso no me pregunto. Me pregunto por ti. Que donde trabajas, si tienes mujer e hijos. Cosas de esas. ¿seguro que no os conocéis de algo? - me pregunto estañada.
Yo sabía lo que pasaba, pero la pobre Fina no. Así que le seguí la corriente.
- ¡Ay que va a ser su marido militar también! - exclame sabiendo que sí.
- ¡Si, si claro! ¡será eso Pender! - me aclaró ella.
-Joder es que yo con las caras no me quedo- añadí.
-Bueno, ella baja a esta hora cada día, y vuelve sobre la una a comer a casa. Espérala, te haces el sorprendido de verla, y le preguntas. Así no quedas mal. -me explico Fina
-No, no si a mí me la suda quedar bien o mal Fina. La patria me debe más que yo a ella cariño. Si la vuelvo a ver, ya le preguntare.
- A bueno, bueno. Si es así- contestó Fina mirándome de arriba abajo.
Si no hubiera tenido más barriga que tetas, la hubiera puesto a cuatro patas en el cuarto de la limpieza. Pero era lo contrario y a mi cimbrel no le van estas.
Me volví a despedir, volví a parar en los buzones con ella comiéndome con los ojos y volví a casa a empezar la jornada.
La señora había dejado el testigo. Estaba claro que para mí era más difícil. No sé ahora cómo me las hubiera ingeniado, pero el paso estaba dado, y eso me reafirmaba su mirada al conocernos. Debía mover yo ficha, y debía ser una partida a la vieja usanza.
Una partida que solo conocía de los libros y de mi maestra, cuando me contó un caso parecido siendo ella joven.
Al día siguiente me quede como hacía cada día, pero a otra hora, tomando mi café y mi cigarro en la puerta del bar del chino admirando a las gacelas, jacas y potras que pasaban. Llegó un Audi A6 negro, y paró delante de mí portal.
Bajo el chófer y abrió la puerta de atrás, y salió ella sin mirarlo, camino al portal.
La verdad es que no me extraña que el chofer y un par de viejos no le quitarán ojo a su culo. Es perfecto, y ella al caminar lo mueve de vicio.
Solté el café, me despedí del chino y en cuatro zancadas me planté detrás del chofer y le dije:
- ¿Y el perímetro que pasa?
Se apartó un paso echando mano a su pistola y al verme sonrió y dijo:
- ¡Ostia Maxthon! ¿qué haces aquí? Te hacía en la ONU-me dijo dándonos un abrazo como buenos compañeros de armas.
- ¿Qué pasa García? Yo te hacía en el pueblo joder- le conteste.
-Que va tío, me separe de la mujer y se quedó con todo- me dijo apenado.
-Y lo peor es que fue ella la que me estuvo poniendo los cuernos con unos cuantos- añadió.
-Joder García, me sabe mal tío. ¿Pero qué haces de chofer? ¿no estabas de instructor en granada? - le pregunté.
-Si, pero al final después de partirle la cara a un par de oficiales “pistolos” me ofrecieron esto con el padre de Doña Marta- me explico.
- ¿Y estas bien? ¿te ganas bien la vida? Te puedo buscar algo mejor - me ofrecí.
-No, qué va, si cobró muy bien, y no trabajo apenas. Somos dos y mira a qué hora plego- me dijo.
-Bueno, me alegro hombre. Yo vivo aquí también, ahora estoy en intendencia, pero la de la ONU es Noemí- le dije riendo.
-Ya sabía yo que un coco como tu acabaría en algo así- me dijo.
-Ya se veía que entre tu y Noemi pasaba algo. A mí me acojonaba, menuda alférez- me dijo riendo.
-Si, si, es peligrosa cuando se cabrea- le dije.
-Sube y tomamos algo- me ofrecí.
-No puedo tío, tengo que dejar el coche y la pipa- se excusó apenado.
-Pues pásate cuando quieras y tomamos algo. Trabajo en casa, en el quinto segunda- le explique.
Seguimos charlando hasta que llegó un guardia urbano que después de presentarle nuestras credenciales, se fue con las orejas gachas el pobre. Nos despedimos con otro abrazo fuerte y me volví a casa.
Al día siguiente debía ser más cauto, ya que me tendría que parar con García a charlar otra vez si volvía a hacer lo mismo. Así que me Salí al balcón, Me senté en la baranda mirando en la dirección que vendrían, y como buen cazador, esperé.
Apareció sobre la misma hora, confirme la matrícula y baje a “recibirla”.
Marta entró en el portal, saludo a Fina, le preguntó por la salud de algunos vecinos, ya mayores, amigos de sus padres y fue a coger el ascensor.
Fina no me había visto, me había bajado dos plantas antes, bajé hasta la puerta del ascensor y esperé tapado por las escaleras. Cuando subió los pocos peldaños hasta el ascensor, me vio de perfil, haciendo que también esperaba, se paró en seco, miró atrás, a Fina, que ya estaba a sus cosas, respiro hondo y subiendo el escalón que le quedaba llego a mi lado.
-Buenas tardes, señor Maxthon- me saludo.
-Buenas tardes, Marta- le dije tuteándola.
Hizo un gesto con la cara de desaprobación, bajó la mirada a su bolso y empezó a hacer que buscaba algo.
Le abrí la puerta del ascensor y la volví a oler descaradamente al pasar. Se dio cuenta, y creí verle una sonrisa, pasé tras ella y piqué los dos botones.
-Eres muy silenciosa, pensaba que estaba vacío el piso-le dije.
-Usted hace mucho ruido y su señora también- me espetó.
-Mi señora no está muchos días en casa- le dije girándome a ella.
-Es cierto, es diplomática- me soltó.
Estaba claro que había hecho los deberes también.
-Si, estoy muy solo, como puedes suponer- le contesté acercándome más a ella.
No se inmutaba, sabía jugar.
Lleguemos a mi piso y aspirando lenta, pero descaradamente su olor, me giré y al salir le dije:
- Pasa una buena tarde Marta.
-Igualmente señor Maxthon- me contestó.
Se cerró la puerta y mi polla protestaba, pero yo sonreía.
Al día siguiente ya me esperaba, y esta vez no se paró a mirar a Fina, me dio las buenas tardes, y al entrar me di cuenta de que llevaba otro perfume, se cerró la puerta y esta vez me puse más cerca de ella.
-Este perfume me gusta más, es más fresco- le dije.
-Justamente he llevado lo que me quedaba para que me hagan más-me dijo sorprendida.
- ¿Tan viejo es? - le pregunté volviendo a girarme hacia ella. Esta vez estaba más cerca que el día anterior.
-No, qué va, pero lo metí en un frasco y ya no recuerdo qué marca es-me respondió mirando mi pecho.
Levante los brazos y abrió los ojos, pero me los llevé a mis caderas, y le dije:
-Ya sabía yo que no podía ser viejo. Los perfumes viejos son más pegajosos- le dije.
-No sé, yo los perfumes de mi madre los tire todos. - me respondió.
Le miraba el escote y sus grandes pechos, como subían y bajaban al respirar, pero no estaba nada nerviosa. Claramente la estaba acosando, pero era parte del juego.
-Claro Marta, tu llevas perfumes que van acordes a ti. -Le dije mirándonos a los ojos.
-Gracias señor Maxthon- me respondió sonriendo agradecida.
Volví a mover los dos brazos a la vez y ella ni se inmuto, se los puse en su cintura, le apreté las manos un poco y le dije:
-Este ascensor cada día va más rápido.
Me iba a responder, pero paró el ascensor, le aspire lentamente su nuevo perfume, casi tocándola con mi nariz desde su cuello hasta su escote. Me giré, nos despedimos y se cerró la puerta del ascensor.
Esta vez mi polla ya se había puesto morcillona, y volvía a protestar.
Al día siguiente no aparecí en el rellano, estuvo esperando sin pulsar el botón de llamada, mirando las escaleras, por donde sabía que bajaba cada día sin hacer ruido, de reojo. Pero no aparecí, y al cabo de un rato, apretó con rabia su bolso y pulsó el botón de llamada.
Mientras subía en el ascensor no dejaba de apretar el bolso acalorada y disgustada. Llegó a su piso y abrió la puerta, sacando las llaves.
-Hola Marta -le dije.
- ¡Cielo santo señor Maxthon! ¡Me ha asustado! -exclamó.
Le alcé un brazo y le mostré unas cartas diciéndole.
-Otra vez se ha vuelto a equivocar el cartero- le dije sin disculparme.
- ¿Para que se molesta? Haberlas dejado en el buzón señor Maxthon-me dijo.
Y acercándome a ella, me cogió las cartas y le cogí de las dos manos, nos miramos a los ojos, y subiendo mis manos por sus brazos acariciándola le dije:
-No me podía perder tu perfume- le dije acercándola, cogiéndola de los brazos, le agarré de la nuca y de la espalda por la cintura, le heche suavemente la cabeza y la espalda hacia atrás, rozándola con mis labios y mi nariz, le olí desde el cuello hasta su escote lentamente. (Parecía un vampiro de los antiguos, pensé en ese momento.)
Esta vez sí respiraba más agitada. Me separe, nos volvimos a mirar a los ojos, y dándole las buenas tardes, baje por las escaleras a mi piso.
Está claro que normalmente ya le hubiera follado el segundo día del ascensor, pero sabía que esta mujer solo había tenido un amo, que seguramente no había encontrado otro desde hace más de diez años, y ya estaba acostumbrada a sus dedos o algún "Juguete u objeto". Debía ir lentamente o no funcionaria.
Al día siguiente miré mi buzón, antes de que llegara Fina, y vi la carta que esperaba, la abrí ansioso, y vi que estaba firmada y aceptaba el contrato.
---Para los “cinéfilos”, ya sabréis que es. Pero hoy en día no hace falta esa parafernalia. Las mujeres de hoy en día no son las de hace 50 años. Y aceptan con un par de explicaciones cómo va el juego, y no suele haber problemas. Pero Marta era de la antigua usanza, y por esto tanta polla dura sin consuelo.--
Saqué un sobre de mi mochila, y lo metí en su buzón. Era una invitación a tomar café en mi casa esa misma tarde.
Al medio día, como de costumbre llegó la señora Marta, saludo a Fina y le hizo las preguntas de rigor, se dirigió a su buzón, y al abrirlo vio mi sobre. Se le encendió la mirada, y una sonrisa asomo en su serio semblante.
Fue hasta el ascensor subiendo más ligera que de costumbre y pulso con ansia el botón de llamada. Ya sabía que no estaría esperándola, ya no hacía falta. Empezó a abrir el sobre y llegó el ascensor, lo abrió, y al entrar me vio dentro sonriéndole.
Se quedó paralizada, miró el sobre, sin saber aún que ponía, y me miraba a mí, confusa. Le hice el gesto de que entrara y pulsé los dos pisos.
-Buenas tardes, señor Maxthon- saludo.
Se había quedado frente a mí, de espaldas a la puerta, le cogí un brazo y la giré poniéndola de espaldas a mí. Le cogí de la cintura y pasando mis labios por su cuello suavemente, ahora viendo su escote, como lo ve ella, y le dije:
-Ábrela.
La abrió, y la leyó mientras yo le pasaba mis manos por su figura bajando, y subiendo, apretando y palpando su cuerpo, mientras le pasaba mis labios por su cuello y la apretaba a mi polla contenta.
Ella se contenía, y me preguntó:
- ¿Quiere que lleve algo en especial?
-Tal como vas, está bien- le dije.
-Me refiero a algún licor, pastas o algo de eso, señor Maxthon- me contestó conteniendo la risa.
Yo ya subía mis manos por su vientre, y al final atrapé esos enormes pechos, aun duros, y los empecé a sobar amasándolos con deseo. Se le empezó a erizar el pelo de la nuca y le pase la lengua hasta detrás de su oreja. Respiraba agitada, notaba también mi polla en su culo frotándosela suavemente, pero muy firme. Recorría el perfil de su oreja con mi lengua y le dije:
-Si, trae algunos pastelitos de esos con nata y trufa. Hace tiempo que no los cómo- le pedí.
-Sin problemas señor Maxthon, los llevaré- me dijo notando su coño mojándose, y deseando que siguiera con mi excursión por su cuerpo.
Paro el ascensor en mi piso, y le solté los pechos y su oreja, que ya mordía suavemente, y me despedí:
-Hasta la tarde Marta.
-Estaré a las cinco en punto en su puerta señor Maxthon- me dijo con los ojos brillantes de deseo, apretando otra vez el bolso con rabia.
Tenía tiempo de sobras para adecentar un poco el salón, ya que hacía días que no venía la asistenta, y desde que la tenía, ya no pensaba en la limpieza. Pasé el polvo, barrí y fregué. Llegó la comida, comí y después del café, me senté en la terraza pensando en Marta.
Es increíble como la vida nos lleva de un lado a otro, o nos deja años quietos. Como cambia todo de un día a otro y nos despierta del letargo del día a día. También pensé en García, que antes de vernos unos días antes, lo recordaba diferente a como lo encontré esta vez. No se hubiera pensado el irnos de copas, y ahora era responsable. Parece que cambiarle la vida a peor, le hubiera venido bien.
Llegaron las cinco de la tarde y picaron al timbre, lo había arreglado y limpiado todo, menos a mí. Que seguía en pantalón corto y camiseta. Ya no podía hacer nada.
-Buenas tardes, señor Maxthon- me saludo Marta sonriendo, los labios pintados de rojo, un collar de cristales verdes.
Llevaba puesto un traje de chaqueta y falda de tubo hasta las rodillas, color violeta, con una blusa de seda azul. Sus ojos brillaban con ese verde claro a juego con su pelo rojo fuego y su collar. Mi polla dio un salto y después de un par de segundos reaccioné, le contesté haciéndola entrar.
La hice parar al cerrar la puerta, le cogí su bolso y el paquete de pasteles y los deje encima del mueble recibidor, me puse delante de ella, mirándonos a los ojos, le quite la pinza que atrapaba sus cabellos recogidos y lo libere, cayendo libre a media melena, se lo atuse acercándome mucho a ella, que seguía mis movimientos intrigada, le desabroché la chaqueta del traje y le ayudé a quitársela.
Al quitársela, arqueo su espalda y pude ver la magnitud de sus pechos, le desabroche tres botones de la blusa, abriéndola y dejando medio sujetador a la vista, y su escote de infarto.
Le pasé las manos por su contorno, hasta que llegue a la falda y baje su cremallera.
-Quítatela- le ordene.
Se la quitó y la dejó en el perchero donde había dejado su bolso y la chaqueta. Se estiró la blusa, que ahora parecía un pequeño camisón hasta medio culo.
Mi polla empezaba a ponerse muy contenta.
Me aparté un poco, para admirarla, y le dije:
-Quítate el sujetador, pero déjate la blusa.
Lo hizo ágilmente y en un momento liberó sus pechos que parecían suspirar aliviados y bamboleantes. Ella se miró, y sonrió al ver el cambio de look, se volvió a abrir la camisa como se la había dejado yo y me miró confirmando que había hecho bien.
-Puedes tener iniciativa, no estamos en el siglo pasado, si te pasas, te lo haré saber- le dije.
Asintió con la cabeza y yo la admiraba asombrado de su porte y su perfección.
Me fije en que se trasparentaban sus pezones rosados, gruesos, y de una aureola más pequeña de lo que imaginaba, con esos pechos tan grandes. Su figura era de “Pin-up” madurita, con mucho vicio, y su sonrisa me estaba poniendo a mil.
Ella me miraba sonriendo, y miraba mi polla ya a media trempada apuntándole.
Tenía que contenerme y no ponerla contra la pared para follármela ya.
-Está muy lograda la copia del perfume.
Se sorprendió de que me hubiera dado cuenta y me dijo:
-Si, casi no la acepto. Pero han hecho lo que han podido- me respondió.
Cogí el paquete que traía, y yendo a la cocina le dije:
-Siéntate y ponte cómoda.
-Gracias- me dijo.
- ¿Qué prefieres té o café? - le pregunté.
-Café, por supuesto. Él te para los ingleses. -me contestó.
Volví con los cafés y me senté a su lado con nuestras piernas desnudas tocándose. Le acerque el suyo y lo tomemos en silencio.
- ¿Viene mucho a verte tu hija? - le pregunté curioso por saber cuándo la podía ver en persona.
-Cada dos semanas viene cuatro días, pero no para mucho en casa- me contestó apenada.
-Bueno es normal, también verá a sus amistades, y cuatro días no da para mucho- le explique.
- ¿Sabe que mi hija coincidió con Noemi hace un par de años? Quedó muy impresionada con ella, se ve que es una mujer que sabe lo que quiere. – me explico.
Yo la miraba y le contesté:
-Vaya, ¿Qué casualidad?, me alegro de que tengas tan buena comunicación con tu hija.
-Tuvieron una aventura en Washington y parece que Noemí le dejó huella- me dijo esperando mi reacción.
-Espero que sigan en contacto- le dije tranquilamente.
-Si, parece que se ven cuando pueden y charlan por teléfono.
-Es que tu hija es tu viva imagen Marta, tenéis una genética perfecta, y con el plus de ser pelirrojas- le añadí poniendo mi mano en su rodilla.
-Gracias, es cierto. Hace unos años nos confundían mucho, nos hemos reído muchas veces por eso- dijo riendo y recordándolo.
-Menudo peligro las dos juntas- le dije acariciando su pierna de arriba abajo.
- ¡Jajaja! No te puedes imaginar- contestó pasando un brazo detrás mío y posándolo en mi espalda acariciándome.
Mi mano ya no tenía mi control, y fue sobando su muslo hasta su coño. Aparte su braguita y le empecé a frotar el clítoris suavemente. Nos mirábamos a los ojos y sabía que quería que me la follara ya, llevaba demasiado tiempo sin follar.
Me levanté y me bajé el pantalón diciéndole:
-Quítate las bragas.
Se puso de pie mirando mi polla y las dejó caer en el suelo, me acerque y nos besamos mientras le levantaba una pierna y le frotaba mi polla en su conejo mojado. Di con la entrada y se la fui metiendo poco a poco, estaba muy cerrado, y me apretaba cuando le dolía. Se la saque y soltándola me senté en el sofá y le dije:
-Hazlo tú mejor, que yo quiero esos tetones.
Soltó una risa y desabrochando su blusa se acercó a mí, se puso de rodillas y me las ofreció. Alargó la mano por detrás cogiendo con mi polla.
Empezó a gemir con mi boca y mis manos violando sus pechos. Se empezó a meter poco a poco mi polla y a botar entre gemidos agarrada a mi cuello.
- ¡Aaaaaag! ¡mmmmh! Cuanto tiempo ¡Mmmmh! ¡Aaaaaj!
Tenía el coño muy cerrado y caliente, gozaba mientras iba entrando más polla, le mordía y lamia sus tetas. Ella me las acercaba gozando y botaba cada vez con más polla dentro.
Gemíamos los dos y al final le entró toda y se paró un momento, resoplo, y nos miramos a los ojos llenos de deseo mutuo.
Se acercó a besarme y empezó a follarme otra vez, le solté los pechos y le agarré el culo guiándola a mi gusto.
De repente, me agarró fuertemente y levantando la cabeza al techo se empezó a correr.
- ¡Aaaaj! ¡Aaaaaj! ¡Nooo! ¡Mmmmh! ¡Me corro señor Maxthon! ¡Ooooj! ¡Por dios! ¡Aaaaaj! ¡Mmmmh!
Yo la seguía follando cada vez más rápido y busque mi orgasmo para no hacerla sufrir mucho.
Enseguida llego oyéndole gemir y retorcerse, intentando sacarse algo de polla. Pero no podía escapar y me empecé a correr mordiéndole el cuello y resoplando.
- ¡ah! ¡Ah! ¡ah! Si amo, córrete a gusto ¡Mmmmh! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! - me decía al oído susurrando con mi polla hasta el fondo de su coñito dolorido, soltándole lefa.
Me acabe de correr y ella me acariciaba, la empuje a un lado, y se dejó caer en el sofá con su coñito hinchado y ardiendo, sus grandes pechos brillando por mi saliva, los pelos enredados, sus ojos brillando, la cara roja y una sonrisa agradecida. Le recorría el cuerpo y admiraba su gran belleza, y sin decirle nada, tomó aire y se acercó a mí de rodillas, me empujo hacia atrás y se metió mi polla en la boca dulcemente, degustándola y lamiéndola.
Lo hacía lentamente, con cariño, lamia y sorbia toda la polla y los huevos sabiendo que la podía despertar otra vez. Yo le acariciaba la espalda y una vez estuvo limpia, y viendo que me estaba poniendo otra vez a tono, la soltó y se sentó encima mío acurrucada a mi pecho.
Estuvimos un rato así hasta que se levantó y moviéndose como una pantera se fue al baño y le pase la mano por todo su cuerpo al levantarse.
Le miraba el culo al irse, se paró, se giró sonriéndome y me pregunto:
- ¿Lleno la bañera?
-Buena idea- le dije mirándole al culo.
Me levanté y recogí nuestra ropa y la deje en un lado del sofá, me fui a la cocina y me encendí un cigarro sentándome en un taburete.
Al rato apareció viniendo hasta mi, caminando como una leona en busca de su macho. Se contoneaba sabiendo que eso me pondría a mil, y me miraba a los ojos. Se pego a mi entre mis piernas y me dijo:
-El baño está listo, señor Maxthon.
Le agarré el culo sobándoselo, y le dije:
- ¿Cuándo me vas a tutear?
-No lo sé, me gusta decírtelo.
- ¿Te pone?
-De ti me pone todo señor Maxthon- me contestó besándome.
Bajé del taburete y la llevé de la mano hasta la bañera.
Me metí y le di una esponja, ella obediente me empezó a enjabonar, quería más, y no se podía resistir, sé metió en la bañera y soltando la esponja se empezó a frotar ella conmigo.
Nos arrodillemos y se empezó a frotar el coño con mi rodilla mientras me frotaba la polla buscando que se pusiera dura, yo le acariciaba sus pezones, y la hacía dar saltitos cuando notaba mi dedo rozarlos, ya algo doloridos por mis mordiscos.
Enseguida me puso a mil otra vez, y ya agarraba mi polla con más fuerza. Le acaricie todo el cuerpo hasta que llegue a su culo, hay me entretuve más rato, me cogía la cabeza y cambiaba de pecho mientras se los mordía y lamia, me pajeaba lentamente, pero agarrándola con fuerza.
Movía su culo y sabíamos lo que queríamos los dos, le baje la mano a su entrada, mientras con la otra la apretaba a mi para morder más pecho, le froté el coñito, subiendo a su culo, moviendo un dedo en la entrada, lo empecé a meter sin detenerme, y soltó un gemido:
- ¡Mmmmh!
Y agarró más fuerte mi polla recibiéndolo, gozando. Lo saqué y lo volví a meter esta vez más rápido.
- ¡Mmmmmh! ¡Aaaah! - gozaba sin señal de dolor.
Lo saque y le empuje esta vez dos. Costo un poco, pero se arqueo y los recibió gozando.
- ¡Mmmmmh! – gemía pajéandome esta vez más rápido y apretándome a sus tetas.
La empecé a follar con los dos dedos y ella me pajeaba más rápido.
Al rato ya entraban y salían sin impedimento. Me paro la mano, se separó y me dijo:
- ¿Me dejas a mí?
-Si, por esta vez sí, que mira cómo me tienes y no te quiero hacer daño. - le dije sobándole el cachete del culo con fuerza.
Quería follarme ese culo de diosa.
Me beso y se dio la vuelta de rodillas, se pegó a mí, y le puse el rabo en la entrada agarrándole los pechos, empezó a empujar, y mi capullo entró poco a poco hasta que estuvo dentro, se paró girándose y besándome cogida a mis manos en sus pechos.
Tenía cara de dolor, pero estaba igual de cachonda que yo. Me lamió la cara y empezó a empujar poniendo cara de mala leche, me ponía a mil verla así, y me contenía por no empujar yo, metió la mitad resoplando y mordiéndome los labios mientras le pellizcaba los pezones, y volvió a empujar. La pare y le dije:
-Tranquila leona, ya entrara.
Le solté los pechos y la agarre de la cintura empezando a follarla lentamente con media polla, y empecemos a gemir a la vez, pero ella empujaba, y se metía más gritando y gimiendo:
- ¡Aaaaj! ¡Aaaaj! ¡Mmmmh! ¡Mmmmh! ¡Ooooj! ¡Más! ¡Dame más! ¡Aaaaj!
Y eso quería yo también, empalarla toda.
Le agarre más fuerte y aumente el ritmo metiendo cada vez más polla, pero al poco rato, me agarro las manos con fuerza y se empezó a correr otra vez la pobre, por la falta de costumbre, me jodia, porque quería follárselo bien follado, pero tendría compasión.
Y ella mientras se corría quería sacársela hincándome las uñas en mis manos que la tenían presa de su cintura suplicándome:
- ¡Aaaj! ¡Aaaaj! ¡para por favor! ¡Me corro mi amo! ¡Aaaj! ¡Aaaj! ¡para, para! ¡Aaaaj!
Me apiade y se la saque poco a poco, acariciándole, y cayó sentada mientras se corría, se giró, me la limpio con prisas en el agua, y se la llevó a la boca chupando con ansia mientras daba saltitos con su culo corriéndose.
La deje hacer, y cuando termino de correrse le empezó a poner más ganas, la agarre de la cabeza con rabia y empecé a follárme su boca en su primer castigo.
No se podía negar, y aguantó estoica entre arcadas y falta de aire, sabía que me había cortado el rollo y debía aguantar, le veía las tetas bamboleantes y me miraba esta vez sumisa mientras buscaba mi orgasmo.
Y viendo que llegaba aumente el ritmo y la avise:
- ¡Ya viene! ¡mmmmh! ¡ya viene, me corro! ¡Aaaaaah! ¡Aaaaaj! ¡Traga puta, traga! ¡Oooojj!
Ya se le había hecho la garganta a mi polla y respiraba bien, tragando golosa, la solté para que me la chupara y tragara mejor mi lefa, se agarró a mi culo, y empezó a follarse ella sola con rabia.
Lo había pasado mal con su culo, y luego con su garganta, y estaba enfadada, por mucho que esto le pusiera cachonda.
Seguía follándose la boca agarrada a mi culo para que no escapara, y me di cuenta de que no iba a parar, se estaba vengando.
Alargué un brazo, y le empecé a azotar el culo.
- ¡Plash! ¡Plash! ¡Plash! - sonaba.
- ¡Mmmh! ¡Mmmh! ¡Mmmh! – decía ella como podía.
Pero siguio mas rapido.
- ¡Plash! ¡Plash! ¡Plash! - volvió a sonar.
- ¡Mmmh! ¡Mmmh! ¡Mmmh! – Gemía ahora mas dolorida, pero igual de cachonda y rebelde.
Aflojo, y la empezó a chupar cada vez más lentamente, mirándome otra vez con esa sonrisa de vicio. Yo ahora le acariciaba el culo rojo y dolorido y cuando acabe, la retire poniéndome de pie, cogí el grifo de la ducha y se levantó abrazándose a mi buscando perdón.
Me enjuague y la enjuague a ella que volvía a abrazarme en cuanto podía. La aparte y salí de la bañera, cogí una toalla y le dije:
-Sécame.
Se le iluminó la cara, y salió a secarme obediente.
Me secaba y me besaba por todo el cuerpo con cariño, despacio, paso a la espalda y seguía con sus mimos, me rozaba con sus pezones duros la espalda adrede, no se dejó ni un rincón de mi cuerpo sin secar y besar.
Acabó y se empezó a secar ella cuando vio que estaba otra vez empalmado, se le abrieron los ojos, y cuando me miro, le sonreí y la llevé de la mano a la habitación.
-Me encanta que seas rebelde, Noemí también lo es-Le dije.
Ella tragaba saliva esperando cuál sería su castigo.
-Ponte de rodillas en el borde.
Agacho la cabeza y se subió a la cama lentamente, se puso de rodillas, y le baje la cabeza hasta la cama, cogí mi polla y la llevé a su coñito empujando sin piedad hasta el fondo. Soltó un grito:
- ¡Aaaaaaaj!
Se agarró a las sábanas, y la empecé a follar cada vez más rápido, hasta que sonaban mis huevos contra su coño al chocar:
- ¡Chof! ¡Chof! ¡Chof!
- ¡Aaj! ¡Aaj! ¡Aaj! ¡Aaj! – gritaba ella.
Le apreté la cabeza contra el colchón, le metí sabana en la boca, y le dije aumentando el ritmo:
-Da gracias que no es por el culo puta.
Y gritaba con la boca llena de sabana mientras ya la follaba a un ritmo endiablado. Se agarraba a las sábanas.
No la solté hasta que me corrí agusto hincando mis uñas en sus caderas, resoplando. Se la fui sacando poco a poco y cayó de lado en la cama resoplando, me miró, y vi que le brillaban los ojos del dolor de coño, pero me sonreía la muy puta.
Quería más.
-Chúpamela, que te voy a quitar la sonrisa putita.
Se acercó a cuatro patas mirándome desafiante, y se la metió en la boca, tragándola casi entera y chupándola con ansia. Debía descansar, así que no le folle la boca, la deje hacer, y lo hacía muy bien.
Mi polla que decaía empezó a protestar otra vez obligada a dar el callo, se dio cuenta que volvía a empalmarme y sonreía triunfante. La soltó y se alejó de mí sonriendo.
- ¿Dónde vas leona? - le pregunté.
Ella me miraba sonriendo viciosa e intentaba adivinar por qué lado de la cama subiría.
Le miraba sus tetas bamboleándose y su culo en pompa mientras se movía por la cama a cuatro patas, intentando escapar.
Hice un amago y salte al lado contrario pillándola por los pies, dio un grito de sorpresa y la atraje hasta mi abriéndole las piernas, la levanté quedando apoyada con sus hombros en el colchón y metí mi cabeza entre sus piernas, le empecé a comer el coño suavemente, no se fiaba, y me miraba esperando otro castigo, yo no le soltaba las piernas y le lamia su coñito dolorido y su culo.
Empezó a gemir y aflojo su cuerpo relajándose, sin soltarla le fui bajando, subiendo las manos por las piernas hasta que llegué a su barriga y subí hasta sus pechos, los atrapé y los empecé a amasar mientras gemía cada vez más.
- ¡Mmmmh! ¡Aaaaah! ¡Mmmh!
Seguí un rato más y cuándo vi que le faltaba poco, levante mi cabeza, la solté, me levanté y me fui mirándola, sonriéndole malicioso.
Me sonrió también, pero sus ojos la delataban, se incorporó y vino detrás mío a cuatro patas, me siguió así por el pasillo lentamente, mientras yo caminaba hacia atrás sin apartarle la mirada.
Sus pechos danzaban de lado a lado y sus caderas lo hacían al mismo ritmo.
Llegué a la cocina, bebí agua y me encendí un cigarro, ella se fue acercando, subió por el taburete donde me había sentado y me empezó a besar entre las piernas, me besaba y me lamia, subiendo hasta que llego a mi polla ya fláccida, se puso de pie y me abrazó besándome.
Se la veía cachonda, y quería más polla.
Estuvimos así un buen rato, mientras fumaba y le acariciaba el culo y la espalda, no decíamos nada, el juego había empezado, y parece que le gustaba jugar duro, no me importaba, mi pareja también juega así.
Su coñito había quedado lesionado hasta el día siguiente por lo menos, y su garganta también, sabía que solo tenía un agujero que ofrecerme y que tardaría en correrme, y no quería imaginarse si le hacía lo mismo que le había hecho en su maltrecho conejito.
Se dio cuenta de su única opción, me la cogió mientras nos besábamos y me la empezó a pajear. No tardó en reaccionar a sus manos expertas.
Apartándola, me dirigí al sofá y me senté, venía detrás, y cuando se puso de rodillas a chupármela le dije:
-Hazme una cubana, que hace tiempo que no me hacen ninguna.
Sonrió, lamió mi polla, la trago y la salivó hasta que brillaba, se cogió sus grandes pechos y me empezó a pajear con ellos, los tenía ardiendo, y cuando sobresalía la polla por arriba la sorbía y la salivaba.
Era una gozada, ya no recordaba lo placentero que es una buena cubana, me empujo para que abriera más las piernas y se acercó más. Ahora lo hacía mucho mejor.
Aumentando el ritmo me empezó a hacer gemir la muy cabrona:
- ¡Mmmmh! ¡Qué bien lo haces leona! ¡Ooooj! ¡Sigue, sigue puta! ¡Mmmh! ¡Las tienes ardiendo! ¡Aaaj! ¡qué gustazo! ¡mmmmh! – le decía.
Ella me sonreía satisfecha y seguía más rápido, estuvo un rato así, haciéndome gemir con sus duros pechos, pero bajó el ritmo poco a poco, se separó, volviendo a su juego, mirándome maliciosa y resople diciéndole:
- ¿Sabes lo que te va a pasar verdad?
Asintió, alejándose poco a poco sonriendo, pero tropezó, y cayó de culo al suelo.
Parpadeo un segundo, y ya estaba encima.
Le abofetee las tetas:
- ¡Plash! ¡Plash!
- ¡Mmmmmh! – grito con la boca cerrada mirándome furiosa.
La cogí de los sobacos, y la tiré al sofá, dejando su culo sonriéndome, sabiendo que iba por el:
¡Plash! ¡Plash! ¡Plash! ¡Plash! Sonaron mis bofetadas en su culo.
- ¡Mmmmmmh! ¡Mmmm! - grito con la boca en el sofá.
Le puse la punta en la entrada, y se intentó escapar, pero la cogí, y empuje media polla de golpe en su culo perfecto.
- ¡Aaaaaaaj! ¡Mmmmmh! - grito.
Empecé a follarla y a empujarla para que se levantara y se pusiera de rodillas contra el sofá.
- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! – gritaba ahora a cada pollazo.
Seguí metiéndole más polla cada vez, y la agarre de las tetas aumentando el ritmo.
- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Mmmmh! ¡Mmmmh! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Mmmmmh! - empezó a gemir entre algunos gritos.
Huía de mis pollazos tan rápidos y profundos, y al final quedó pegada al respaldo del sofá sin escape, casi le había entrado toda la polla, y la follaba agarrado a sus tetas, se las solté, le agarré del pelo, y le di unos azotes en el culo:
- ¡Plash! ¡Plash! ¡Plash!
Y mientras gritaba, le entro toda mi polla, y no bajaba el ritmo de mis embestidas.
- ¡Oh! ¡oh! ¡Oh! ¡Mmmmmh! ¡Mmmmh! - empezó a gemir dolorida.
La follaba ya con toda mi polla, le lamí la cara y le dije al oído:
-Espera que aún cabe un poco más.
- ¡Mmmmh! ¡Aaaaaj! ¡Mmmmh! – gemía protestando.
Le levante una pierna empujando más, y ahora si entraba toda y con mis huevos chocando con su conejo.
- ¡Aaaaah! ¡mmmmh! ¡Aaaaaj! - gemía y protestaba.
Seguí gozando de su culo agarrado a su pelo y aguantándole la pierna, ella ya gozaba también desbocada, y empujaba cada vez que le entraba mi polla hasta el fondo, me agarró el brazo que agarraba su pierna, y me apretaba para que no me dejará ni un centímetro de polla fuera:
- ¡Mmm! ¡mmmh! ¡Aaaaaj! ¡mmmh! – gemía ya como una perra.
- ¿Ahora si he? ¡Aaaaj! ¡Que culo tienes puta! ¡Ooooj! ¡que gozada! -le decía al oído lamiéndole, y se giró sorbiendo mi lengua como hacía con mi polla, moviendo sus caderas esperando mis pollazos.
-Córrete porque yo ya mismo estoy- le dije mientras follábamos y nos besábamos.
Empino más el culo, bajo una mano a su coñito y se empezó a masturbar con fuerza y rapidez. En un momento se estaba corriendo, gritando y gozando:
- ¡Aaaaaah! ¡Mmmmmh! ¡Sí amo! ¡Aaaaah! ¡Me corro mi señor! ¡Aaaaah! - me decía empujando su culo contra mi mientras se corría.
Le solté la pierna y el pelo y le agarré la cintura buscando mi orgasmo. Ella gemía y se retorcía, pero no intentaba escapar, me ayudaba empujando y resoplaba entre espasmos.
- ¡Aaaaj! ¡Ya viene puta! ¡Ooooojj! ¡Siiii! ¡Me corro! ¡mmmmh! ¡Aaajj! - le decía provocándole una sonrisa, y me llevo mis manos a sus pechos mientras se follaba ella y me corría gozando.
Le retorcía los pezones y le estrujaba con rabia sus tetazas, nos besábamos y bajaba el ritmo de su cadera mientras le maltrataba los pezones, daba saltitos riendo, y poco a poco la fui sacando, se dio la vuelta tirándome en el sofá besándome y chafando sus pechos contra mí.
Yo le acariciaba el culo dolorido y ella se volvió a acurrucar en mi pecho.
Al rato nos incorporamos, y se fue al baño, me miraba diferente, no había sido como esperaba, había sido mucho mejor, salvo por su falta de experiencia después de tanto tiempo, pero estuvo a la altura, y al final lo fue pasando cada vez mejor.
Mire la hora y tocaba pedir la cena, pasa el tiempo volando follando, me fui a la cocina a fumar y cogí la Tablet para ver que me apetecía.
Marta salió del baño y buscaba su ropa. La miré y le pregunté:
- ¿Te quedas a cenar?
Sonrió, y me dijo:
-Si me das tregua esta noche sí, claro, encantada.
Le sonreí, y la entendía. Debía estar muy dolorida.
-Claro, una noche puedo aguantar. Pero no me mires con esa sonrisa- le dije
- ¡Jajaja! Vale, lo intentare -me dijo riendo.
Solo se puso la blusa y las braguitas, yo seguía desnudo, y decidí ponerme el pantalón y la camiseta para no tentarla.
Cenemos charlando y vimos una película en el sofá con ella acurrucada en mi pecho. Nos contuvimos y al final nos quedemos dormidos en el sofá.
Fin.
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