top of page
Foto del escritorRamiro Contreras

OLVIDADO EN EL PANTEÓN

Esta historia ocurrió hace como 50 años en la ciudad de Acuña. Había tres jóvenes muy amigos: Mateo, Sebastián y Leonardo. Desconozco sus edades exactas, pero estoy seguro que ninguno de ellos llegaba a los 30 años.


Todas las noches se reunían para hacer aquello que más horas de diversión les dejaba: ponerse retos. Eran amantes de los retos, y mientras más estúpidos mejor.


Caminar por encima de una superficie delgada, entrar en algún sitio y robar algo, fingir que son ciegos, caminar desnudo por algún lugar, subirse a algún lugar bastante alto, golpear a alguien. No importaba qué, lo único que importaba eran las risas.


Mateo era la más gandaya de los 3, jamás había fallado un reto y era él quien les ponía a sus amigos los retos más subidos de tono. Una vez retó a Sebastián ir con un niño para quitarle sus lentes y arrojarlos al suelo para luego romperlos de un pisotón. A Leonardo lo retó una vez a asustar a una monja, la pobre terminó cayendo de unas escaleras, no pasó a mayores.


Se estaban volviendo problemáticos y causaban incomodidad a muchas personas, por lo cual era normal que alguna vez les tocara recibir algunos golpes. En una ocasión a Leonardo le dieron la paliza de su vida luego de que se colara a la cocina de una familia y orinara en la mesa.


Los 3 fueron corridos de sus casas después que los atraparon robando el diezmo de la iglesia. Pero poco o nada le importó al grupo de amigos, entre los 3 consiguieron un lugar para quedarse, a las afueras de la ciudad, no tenían trabajo, pero de lo que conseguían robar cada quién por separado les alcanzaba para vivir.


Sebastián era el menos atrevido de los 3, si bien, nunca se había negado a realizar un reto, alguna vez ya estando a punto se retractó.


Un día conocieron a una chica de un nombre extraño, empezaba con K, era rubia, de baja estatura, tenía poco más de 20. Ella llamaba mucho la atención, por alguna razón no encajaba con el resto de mujeres de la ciudad, era como si no perteneciera al lugar.


Ella comenzó a unirse a sus retos, pero los que ella les ponía era un tanto extraños. Cosas como oler o comer cosas asquerosas, desde animales muertos o desperdicios, no siempre de animal.


Mateo y Leonardo siempre podían cumplir sin problemas, pero Sebastián vomitó muchas veces. Entonces la chica a él comenzó a ponerle otra clase de retos, bastante peculiares. Pararse frente a un espejo durante equis cantidad de tiempo, matar palomas, ratones y gallinas. Las cosas se estaban poniendo extrañas, pero ni Mateo ni Leonardo prestaban atención, ya que cada vez que ella llevaba sus retos al siguiente nivel y ellos los completaban sin quejarse se la podían llevar a la cama.


Sebastián, al no estar hipnotizado por los encantos de la rubia, sí se daba cuenta que ella los estaba llevando por un lugar oscuro, pero cada vez que él les hacía algún comentario a sus amigos ellos lo ignoraban y le decían que él decía eso porque nunca había estado con la chica y que, por eso, según ellos, él quería alejarla del grupo. Inclusive alguna vez le dijeron que si ya no se sentía cómodo podía irse. Claro que Sebastián no iba a irse, su familia no lo recibiría de regreso y sus amigos ahora eran su única familia.


Algunas semanas después la chica les propuso, como reto, jugar a la escondidas dentro del panteón, pero tenía que ser después de la media noche. Sebastián fue el primero en negarse, y, para sorpresa de él, Leonardo y Mateo también dijeron que quizá eso ya era demasiado. La chica les dijo que llevaría a 2 amigas a jugar, les dijo que ambas eran más chicas y que el juego era que cada uno tendría que encontrar a una de ellas, y que cuando la encontrara la tenía que tomar sobre el descanso de un cuerpo. Esto fue suficiente para convencer a Leonardo y a Mateo. Sebastián siguió negándose. La rubia les dijo que si no aceptaban los 3 no habría juego. Así que Sebastián fue presionado por sus amigos hasta que aceptó.


Esa madrugada los 3 amigos llegaron al panteón para encontrarse con la rubia y con sus 2 supuestas amigas, las chicas, una muy morena y otra aperlada, claramente eran menores y era innegable que estaban bajo la influencia de alguna sustancia.


La rubia eligió a Sebastián para que la buscara, Leonardo y Mateo se pusieron de acuerdo para que el primero fuera por la morena y el otro por la aperlada.


Ya estando todo decidido entraron al panteón.


Todo el terreno era pura tierra, una oscuridad eterna abrazaba al cementerio, la única fuente de luz era la escasa iluminación de la Luna llena. Eran pocas las tumbas de material, la mayoría eran solo un montículo de tierra, y algunos descansos estaban tan olvidados que ni siquiera tenían ni una triste flor.


El cementerio era inmenso, había algunos pozos abiertos, preparados para que en la mañana llevaran más cuerpos.


El viento, al golpear contra las tumbas, parecía que se lamentaba, que se quejaba, que lloraba como si sintiera todo el dolor de las familias que habían ido a enterrar un familiar a ese panteón.


Los árboles que estaban en la periferia del panteón, cuando se movían con el viento, parecían espíritus acechando al grupo de los 6 jóvenes impertinentes.


Leonardo fue el primero en encontrar la muchacha, la terminó alcanzando cerca de un pozo abierto en medio de varias tumbas. La chica pegó un brinco de miedo cuando Leonardo la sujetó por detrás. Él la llevó a la tumba de junto y terminaron el reto.


El segundo fue Mateo. Llegó a la muchacha cuando ella estaba escondiendo detrás de una tumba con una gran cruz de madera, posiblemente la más grande del cementerio. Ahí mismo terminaron el reto.


Leonardo, Mateo y las 2 chicas se encontraron a medio camino cuando ya iban a la salir del panteón. No había señal alguna de Sebastián ni de la rubia, así que decidieron esperar ahí por si los veían.


De pronto Sebastián pegó un grito aterrador, provenía de lo más profundo del cementerio. Leonardo y Mateo no lo pensaron ni un segundo y fueron en busca de su amigo. Las chicas se negaron a acompañarlos y mejor se fueron corriendo del lugar.


Mientras se adentraban más y más en el panteón sentían como si de las tumbas se asomaran ojos que los iban siguiendo. Entonces Leonardo pisó algo que se rompió. Entre tanto silencio ese ruido los asustó. Al ver que era lo que se había roto vieron que se trataba de una muñeca de porcelana, Leonardo le había pisado la cabeza. El rostro había quedado destrozado pero el cabello había quedado intacto, el cabello de la muñeca era muy rubio, lo curioso era, que, a pesar de estar tirada a mitad del panteón, la cabellera no tenía ningún rastro de polvo, parecía nuevo.


Mientras observaban la muñeca, Leonardo notó algo por el rabillo del ojo. Inmediatamente se giró pensando que era su amigo, pero no había nada. Entonces Mateo se giró para el lado contrario al que estaba mirando Leonardo y vio un niño parado, mirándolos. Le dio un codazo a su amigo para que volteara y asegurarse que no era su imaginación. Pero cuando Leonardo volteó también pudo ver al niño.


Estaban congelados sabiendo que lo que estaban viendo era un fantasma. De pronto Sebastián dio otro grito, con la misma intensidad, pero en un tono diferente, parecía como si estuviera agonizando.


Ambos corrieron en la dirección de la que creyeron que provenía la voz de su amigo. A los pocos metros Mateo cayó al suelo de golpe. Leonardo no se percató hasta que su amigo le gritó por ayuda. Mateo sentía como si alguien lo estuviera jalando de las piernas, estaba desesperado y al borde del llanto. Leonardo se regresó para ayudar a su amigo a levantarse, su pantalón se había atorado con una pequeña cruz que estaba sobre la tumba de un niño.


Los 2 se reincorporaron, estaban asustados y desorientados, voltearon y el niño ya no estaba, miraron en todas direcciones para asegurarse que estaban solos. Entonces vieron que la rubia ya venía en su dirección, sabían que era su compañera, era la misma altura y la misma ropa. Le gritaron preguntando por Sebastián, pero ella se mantenía en silencio.


Cuando estaba lo suficientemente cerca se dieron cuenta que aquella joven con la que habían estado tantas veces era en realidad una anciana, pero tan anciana que estaba prácticamente en huesos, aunque su rubio cabello brillaba como el de una adolescente.


Aterrados, corrieron para largarse del panteón, corrieron sin parar, cuando podían ver la salida escucharon, una vez más, un grito de su amigo, pensaron en regresar, pero estaban tan asustados que se siguieron de largo.


En cuanto el primer rayo de luz cayó sobre la ciudad los amigos volvieron al panteón, ya sin miedo, buscaron a su amigo hasta que lo encontraron. Estaba colgado de un árbol, con muchas heridas hechas como con pedazos de vidrio. Desconcertados y desconsolados lo bajaron del árbol, se aseguraron que nadie los viera y lo metieron a uno de los pozos que estaba abierto. Con sus propias manos echaron la tierra que estaba junto al pozo para tapar el cuerpo de su amigo. Cuando ya casi terminaban, entre toda esa tierra, encontraron una muñeca rubia de porcelana….

12 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page