El acantilado termina justo donde las olas del mar golpean su pared norte, arrancando cada año un trozo más de terreno en una lucha que se remonta a un tiempo ya olvidado.
Se sentó junto al borde del mismo dejando que sus piernas colgaran en el aire, para averiguar si podÃa sentir algo; su cuerpo se negaba a reaccionar con aquel acto.
Desprendió la mochila de su espalda y rebusco en ella hasta encontrar la botella de vodka, desenrosco el tapón y lo tiro por el acantilado mientras observaba como desaparecÃa entre el oleaje.
Se llevó la botella a la boca y dio un buen trago, el lÃquido recorrió su garganta hasta llegar al estómago calentando un poco su cuerpo, se tendió de espaldas y contemplo la luna y las estrellas; cerró los ojos y volvió a beber otra vez, busco en su bolsillo y encontró un paquete de tabaco que habÃa comprado por el camino ¿Cuánto hacia que no fumaba 10- 15 años?
Dio una larga calada y tosió por la falta de costumbre, la cabeza empezó a embotarse por el efecto de la bebida, dio otro largo trago vaciando por completo la botella, se incorporó sentándose de nuevo y tiro la botella por el acantilado, esta lucho un poco más antes de seguir el mismo camino que el tapón.
Grito con todas sus fuerzas sintiendo un fuerte dolor en el corazón, le dio un par de puñetazos a aquel maldito órgano al cual solo le quedaban dos años de vida; lo único que querÃa era no volver a sentir más dolor, llevaba ya cerca de dos años de dolor y aun le quedaban dos más que aumentaban en intensidad según se acercaba su fecha de caducidad.
Miro hacia las olas, sintió envidia del tapón y de la botella; ¿Cuántas veces habÃa deseado que hubiesen pasado esos dos años?, leÃa en las noticias como buenas personas morÃan a diario, ¿Qué darÃa el por cambiarse por algunas de ellas cediéndoles su tiempo?; su corazón empezó a dolerle en exceso, sabÃa que no tardarÃa mucho en desmayarse por la unión del alcohol y el dolor como en otras ocasiones en aquel acantilado, y lo peor de ello es que volverÃa a despertarse una vez más.