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Las necesidades del servicio (1)




La operaria de la limpieza dejó el vehículo en medio del carril bici con el motor en marcha, se apeó, cogió la escoba y el recogedor y se dispuso a limpiar el suelo de colillas y envoltorios de patatas fritas que se acumulaban alrededor del quiosco. No había dado dos escobazos cuando le sonó el móvil; abandonó su tarea y se sentó enfrente del escaparate de prensa sin perder la noción de su trabajo.

—¿Qué pasa, cari? ¿por qué me llamas al trabajo? Tú sabes que no me puedo entretener: en cualquier momento pasa mi jefe y ya sabes cómo las gasta. Mira, sin ir más lejos, el otro día, la gorda esa de las trenzas ¡ya sabes!, la que tú te creías que era un tío, pues esa, la gorda le decimos nosotras porque con las mujeres no se habla, así que ella sabrá lo que se trae entre manos, que no veas tú lo mal que le sienta el pantalón del uniforme, se lo coloca cogido con pinzas al sujetador, pues el otro día estaba en la calle de aquí al lado, la que va para el centro, que no me sale ahora el nombre, ¿cómo se llama, coño?, ¡ojú, cada día estoy más desmemoriada!, estoy por pedirle una mañana al jefe e ir al médico a ver si me manda algo para la memoria porque no me acuerdo de nada, dentro de poco estoy como tu madre, que no quiero yo decir que tu madre vaya a estar mal ¡no!, no te lo tomes por ahí que tú enseguida tomas el rábano por las hojas y luego vas y se lo largas todo a tu hermana, que con la inquina que me tiene, ¡sí, sí, Francisco!, ¡inquina!, eso no se puede llamar de otra manera por mucho diccionario que tú hayas consultado en gugle, ¿tú te has fijado cómo me miraba el otro día cuando el cumpleaños de la Vero?, ¡sí hijo, sí!, espera que me ajusto el manos libres, lo que pasa es que una es prudente y se calla las cosas porque me dieron ganas de coger el bolso y salir por la puerta, así no se trata a la gente por muy cuñada que se sea, ya te lo digo, Fran, aprovecho ahora que viene al caso, la próxima vez que se dirija a mí con esa cara, soy capaz de arrearle un guantazo ¿lo oyes?, un guan-ta-zo, te voy a tener que ir dejando porque se ha parado un ciclista al lado de mi vehículo y está apuntando el número de la matrícula, pero ¿qué hace usted?, ¡oiga, oiga!

 

La operaria de la limpieza se puso a discutir con un señor, usuario del carril bici, que no consideraba adecuado el lugar donde estaba situado el vehículo y se mostraba dispuesto a informar a los superiores, al delegado municipal o al mismísimo alcalde si fuese necesario…

—¿Usted cree, señorita, que puede poner el vehículo donde le dé la gana?

—Oiga, que sólo es un momento. Una está trabajando, no anda por ahí de paseo.

—¿De paseo? ¿Usted cree que yo voy de paseo? También tengo mis motivos ¡Quite usted de aquí este trasto o la denuncio!

—Denúncieme, oiga, ¿qué quiere? ¿que le ponga el vehículo a este señor ahí, delante del quiosco? ¡ande, siga su camino!

—¿A que llamo a un guardia?

—¿A que no?

—¿A que sí?

—¿Cari, sigues ahí? Nada, que aquí hay un señor metiéndose con mi trabajo y me está amenazando.

—¡Un momento, señorita, que yo no la estoy amenazando, eh!

—No veas cómo se ha puesto, hecho una furia, ha tenido que salir el dueño del quiosco y entre él y otro señor que estaba comprando la prensa han conseguido sujetarlo…

—Esto no va a quedar así ¡Policía, policía!, ahora mismo llamo a la policía y se le va a caer a usted el pelo, señora.

—¿Insultos? Y mucho más, aquí cada vez hay más gente, esto parece ya un espectáculo callejero. Solo falta que alguien pase la gorra ¡no veas que animación!

—Mire usted, ¿no ve que es una pobre operaria de la limpieza, una criatura novata, inocente?  ⸺decía el quiosquero.

—¡Y un cuerno! ¡Esa me lo paga! ¡Joder con el teléfono! ¿Por qué no me sale ahora el número de emergencias?

—Señor, no se sofoque usted más ¿quiere que le dé un poco de agua?  ⸺insistía el quiosquero.

—Será lo mejor ⸺apunta otro.

—No se meta usted en líos ⸺añadía una señora⸺. Siga usted su carril… Si no tiene importancia…

—¡Joder con el teléfono! Me voy a buscar a un guardia.

 

Llegó una señora con dos bebes en un carrito dúplex y se detuvo a curiosear.

 

—¿Qué le pasa a esa muchacha? ⸺le pregunta al del quiosco.

—Gusanitos no me quedan, señora, pero tengo…

—¿Qué dice usted de gusanitos? Le pregunto por la muchacha.

—¡Ah, usted perdone! Es que, con tanto jaleo… pues mire usted resulta que esta operaria pasa todos los días por aquí, casi siempre a la misma hora…

—¡Vale, vale! Mejor me da una bolsa de pipas.

—¡Ah, como usted quiera! El cliente siempre tiene razón, hay que ser amable, porque siendo amable no se pierde nada. En cambio…

—¿Qué le debo?

—¿Señora, sus hijos no serán los que han hecho el anuncio?  ⸺interviene un cliente del quiosco.

—¿El anuncio de qué, señor?

—Ese de ahí del banco, tienen la misma cara, ¿es que no lo ha visto usted? El de los niños disfrazados de cordero.

—¿Cómo? ¡Mis hijos de cordero! ¿Pero qué dice usted, buen hombre?

—Señora, ¿quiere usted algo más, que tengo que seguir despachando?

—¡Espere usted, que ahora le pago! Dígame, buen hombre, ¿y usted sabe algo sobre la muchacha de la limpieza?

—Yo nada, señora, yo venía a llevarme el periódico ¿verdad, Carmelo?, cuando me encuentro aquí un ciclista hecho una furia, pegándole gritos y queriéndosela comer. Este hombre y yo nos tuvimos que poner serios… ¿Pero de verdad que sus hijos no son los de la piel de cordero? Es que son idénticos.

—¡Que no, señor!, que mis hijos no se han retratado para eso, ¿dónde dice usted que está la foto?

—No es una foto, es un cartel del banco y es que, cuanto más los miro, más se les parecen. Está allí, detrás de esa gente que rodea a la operaria, es que con la bulla no se ve bien, pero venga usted conmigo, verá lo que le digo.

—¡Que no, caballero! Que tengo que llegar a la panadería, que me voy a quedar sin chapatas, no sabe usted lo pronto que se acaban, casi me estoy yendo ya.

—¡Señora, las pipas!

—¡Ya voy, jolines! Pues no que parece que me voy a ir sin pagar… Tenga un euro y cóbreme. ¡Joé!

—“No, si encima…” La clientela, antes que nada, señora, el buen servicio es la base de la supervivencia ¡tenga, su cambio!

.../...

 

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