Escritura interior.

La pluma no dejaba de devorar los recambios de tinta mientras el papel iba adquiriendo pensamientos, sentimientos, confidencias, deseos, necesidades…….. Mientras el autor de dichas palabras se vaciaba con el trasvase de todo su ser.

¡Se puede decir tanto con unos trazos imprecisos a veces que parece reconocer que dichas palabras son más reales que nosotros mismos!

Con cada página su reflejo en el cristal del espejo disminuía según dejaba de ser simplemente humano; cuando el mundo deja de tener sentido es necesario buscar “otro mundo” y si ello no es posible la única solución es inventarlo.

Eso se le daba bien, podía haber sido inventor, pero su afición secreta era crear mundos y personajes con la maquinaria de su mente y sus sueños.

Dicen que nacemos y morimos solos y que lo que hay en medio son unos momentos de transición entre esos dos puntos; no le habían pedido permiso para nacer (hasta ese extremo llegaba su inconformismo y su rebeldía), pero nada ni nada elegiría el momento para poner fin a su existencia en esta vida desapareciendo, solo le faltaba la fórmula para lograrlo, algo que ocurrió un día de invierno tras uno de sus desmayos por su falta de salud.

Todo un día escribiendo le ocasiono la pérdida parcial de la visión de su mano, probo dos días seguidos y el brazo desapareció pero tras un descanso volvía a coger forma poco a poco.

Ahora llevaba 4 días escribiendo sin parar, intentaba trasvasar todos sus recuerdos a las libretas que se encontraban sobre la mesa, café, medicación; recurrió a todo lo que estuvo a su alcance para no dormir hasta que su yo interior paso a formar parte del papel, desapareciendo de este mundo el cual no reconocía como suyo, eligiendo su propio destino.