De el tiempo aprendí que no hay un tiempo, del flujo que me lleva arrastrada sin saber mi destino por un viaje a veces inhóspito sin tener idea donde acabare o con quienes me relacionare, queme todos los puentes para no mirar atrás y poder llegar hasta ti, salte todos los muros para poder verte de frente de nuevo en este planeta lleno de espejos, pedí tantas veces al vacío la redención de mi alma porque pensé que ya no soportaría mas esto llamado vida. Perdí así también la cordura tratando de explicar que no solamente las cosas vivían en mi imaginación, todo este tiempo te busque desesperada, me busque a mi en valles de oscuridad, divagando sin saber volver atrás y tampoco quería hacerlo, no me rendi en llegar hasta que lo hice, me encontré. Encontré eso que tanto anhelaba, la libertad de mi jaula, y vague por los cielos exclamando al fin ser libre, con sabor agridulce y de nuevo viva como un fénix renacido de lo que fue su antiguo cadaver. Llore tanto en aquellas montañas hasta dejarlas con ríos de lagrimas, me aferre a las noches para poder contemplar las estrellas en el inmenso cielo, observe los amaneceres con paciencia para saber como por sobre cualquier tormenta siempre saldría el sol después de tempestades, vi como los atardeceres caían en diferentes colores y supe que los matices pueden dar brillo a los momentos de soledad, en los días de lluvia salía a sentir el agua que caía del cielo, para darme cuenta que el cielo también se limpiaba. Faltan muchas jaulas que romper, pero se que lo hare, mientras tanto doy las gracias por encontrarte y poderte hacer feliz cada momento.
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