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Foto del escritorAna Belén Miguel Arribas

EL OBSEQUIO

Clara la menor de mis adoradas hijas, cumple 12 años mañana y como regalo se le antojó un hámster. A decir verdad, detesto esos pequeños roedores , más sin embargo aquí me tienen, como un buen padre abnegado, explorando la tienda de mascotas, tratando de hallar a un cricetino dorado de cara simpática con su correspondiente jaula y accesorios, todo ello para que mi pequeña se sienta dichosa.

Me dirijo al fondo del local siguiendo instrucciones de la dependienta, que amablemente me indica dónde puedo encontrar el tan deseado obsequio. Me paro frente a una vitrina en la que corretean de un lado para otro, varios de estos animalejos. A su morada parece no faltarle de nada: tubos multicolor, columpios, ruedas, bloques de madera, escaleras y un sin fin de artilugios que es la primera vez que veo. De pronto uno ellos, como si notara mi presencia, se detiene ante mí mirándome impávido. Un sudor frío me recorre la espalda , me veo completamente reflejado en sus ojos. Mi vida es como la de ese roedor!!! Me apeo cada mañana del columpio colgado en el techo de la jaula que utilizo a modo de cama, para encaramarme puntualmente a las 7·30 a.m y girar en esa condenada rueda que lleva proporcionandome un buen salario ya 16 años. Doy vueltas sin cesar de lunes a viernes, un mínimo de 8 horas, puesto que si me proponen rodar un par de horas más, acepto de buen grado con tal de no regresar al nido tan temprano y así no compartir más tiempo del necesario con esa mujer de la que jamás he estado enamorado y tan sólo tengo en común dos hijas. Dirijo mi mirada hacia esos coloridos tubos por los que suben y bajan incesantemente el resto de la camada, parecen divertirse, como yo los fines de semana ,que se me permite hacer actividades más amenas, siempre sin salirme de mis obligaciones familiares, por supuesto . Yo también dispongo de mis particulares tubos de colores y bloques de madera con los que ¨entretenerme¨. Mi pequeño amigo sigue aún allí, observándome con sus redondos y despiertos ojuelos, yo continuo mirándole y compadeciéndome de mi mismo al advertir tantas similitudes entre nuestras vidas. Comienzo a sentir un zumbido en mi cabeza y a lo lejos una chillona vocecita perfectamente clara, es el!!

Eh estúpido, pusilánime y quejumbroso humano!! Replica el animal. ¿De veras crees que nuestras vidas son semejantes? Deberías estar agradecido de tener una familia saludable, las necesidades básicas más que cubiertas, poder permitirte lujos a los que miles de personas no pueden acceder, de haber tenido la posibilidad de elegir tu carrera profesional y llegar lejos, aun así te sientes desdichado, aburrido, saturado, desencantado , insatisfecho…Pobre majadero!! ¿Quieres escuchar cual es la mayor de nuestras diferencias? Yo vivo aquí cómodamente preso a la espera de que un cretino como tú se decida a adquirirme como mascota, para meterme en una jaula aun más pequeña y con la incertidumbre de que trato recibiré hasta el final de mis días. Tú posees la oportunidad de elegir tu destino, ya que por fortuna la vida te puso en el lugar correcto para ello, muchos de tus semejantes no corrieron con la misma suerte y aún así sigues viviendo ¨holgadamente¨ preso de tus miedos, sin atreverte a dar un sólo paso para transformar ese modo de vida que detestas. Estas muerto en vida y adivino en tus ojos que no harás nada al respecto. Llevame contigo, por favor, me suplica el roedor, será un placer para mi ver como te vas consumiendo al mismo tiempo que yo.


De pronto despierto, atontado, empapado en sudor rodeado de varios clientes intentando reanimarme, la dependienta está llamando a la ambulancia, le agradezco el interés y le digo que ya no es necesario, me encuentro mejor, al parecer he sufrido una bajada de tensión, le pido un poco de agua que me apresuro a beber para salir de allí lo más pronto posible, no si antes echar una último vistazo a la morada de mi amigo que aún sigue mirándome y esta vez parece que sonríe burlonamente.

Salgo velozmente de la tienda , devanándome los sesos en busca de una buena excusa por no llegar a casa con el tan deseado obsequio.

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