-Así que, si te inscribes en el programa, al amanecer del día de navidad, bajo el árbol, estará el mejor regalo del mundo.
-Así es, señor. El mejor regalo del mundo para usted en ese momento en específico. Claro que se requiere que conteste unas pocas preguntas para poder definirlo.
El agente comercial sonrió de una manera que le pareció rara a Miguel, sintió como si el examen empezara en ese momento.
-Esto lo han hecho por todo el mundo ¿cómo es que no he sabido de ello?
- No sabría decirle. Es tan novedoso que el gran público aun no cree en él.
Volvió a sonreír. Miguel se empezó a sentir incómodo.
- El mejor regalo del mundo. ¿Alguna pista de lo que sería?
-Ninguna, cada persona recibe lo mejor para ella en ese momento.
- ¿Usted lo ha recibido?
La sonrisa regresó, pero más larga, como si la boca se le extendiera de oreja a oreja. El vendedor lo miró fijo mientras habló:
-Este es mi regalo. Tener la oportunidad de que otros reciban lo mejor para ellos. No hay nada más satisfactorio para mi persona que ayudar a otros.
Los ojos tenían un brillo raro, como una luz parpadeante al fondo. Si los ojos son las puertas del alma, ¿qué es lo que estoy viendo? se preguntó Miguel.
-OK. Estoy muy intrigado. Acepto la propuesta.
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Miguel y su esposa regresaban a casa después de la fiesta de navidad, había sido con los padres de ella.
Ninguno hablo durante los 30 minutos del camino. Apenas el carro se detuvo, la esposa bajó del mismo.
-Con cuidado, mujer-le dijo enojado Miguel-. Si te pasa algo no quiero que piensen que yo lo provoqué
- ¿Quién podría creer eso, querido? Somos perfectos el uno para el otro ¿no?
-Bruja-dijo para sí Miguel
-Idiota-dijo ella.
La esposa caminó deprisa hasta su recámara, quería prepararse para dormir lo más pronto posible y evitar cualquier plática con su marido. Al pasar por la sala, le dio un rápido vistazo al árbol de navidad.
Miguel se sirvió una copa de vino en la cocina, se sentó en la sala y la bebió lentamente. Quería darle tiempo a su esposa de meterse a la cama y así evitar cualquier charla o reclamo que pudiera iniciar.
Entre sorbos vio el árbol de navidad. En verdad que se veía hermoso con un listón rojo grueso que bajaba en espiral. Se acomodó para ver debajo del árbol, nada. Bueno, dijeron al amanecer. Consideró que ya había pasado tiempo suficiente, se levantó para irse a dormir.
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Despertaron al mismo tiempo. Saltaron de la cama como un resorte tratando de evitar el contacto físico con el otro. Se miraron un momento sin saber qué decir sorprendidos por el hecho.
- ¿Quieres que vayamos a ver los regalos? -preguntó Miguel después de un rato.
-Me parece bien-dijo la esposa.
Entraron juntos a la sala. Debajo del árbol había dos cajas de regalos iguales, eran cajas color carmesí con listón dorado. En una decía Él, en la otra Ella.
- ¿También te contactaron? -preguntó la esposa.
- Parece que ambos recibiremos el mejor regalo del mundo-dijo Miguel.
Se sentaron en el piso espalda contra espalda, tomaron sus regalos y se dispusieron a abrirlos. Lo hicieron así pues querían ver primero el regalo recibido y evaluar si serviría para presumirle al otro.
Miguel abrió su regalo. Una escopeta recortada y dos cartuchos estaban en la caja. Tomó una pequeña nota que venía dentro: Dispara primero, Miguel, ella recibió lo mismo.
Antes de que tomara una decisión, se empezaron a escuchar disparos en las casas cercanas.
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