Hasta hace un par de meses he tenido una vida exenta de fuertes emociones. Educada en una ciudad de provincia , dentro del seno una familia católica, adinerada y muy conservadora , crecí siendo sumisa, obediente y con falta de expectativas. Aconsejada por mi madre estudié una maestría a pesar de no tener vocación alguna. A la edad de 23 años me gradué y al poco comencé a trabajar en una escuela de un pequeño pueblo a pocos kilometros de mi ciudad natal. Allí conocí al padre de mis 3 hijos, un hombre dedicado a las fuerzas del orden, que según decían tenía un atractivo y carisma particulares, que yo a lo largo de 38 años de ¨felíz¨matrimonio nunca alcancé ni tan siquiera a vislumbrar.
Tras esta breve introducción acerca de mi monótona existencia, desearía relatarles los hechos que sucedieron una vez mis hijos echaron a volar.
Cuando las personas nos mantenemos ocupadas con nuestras obligaciones no hay tiempo para conectar con esa voz interior que te susurra todo aquello que no quieres escuchar. Ese sábado que mi hijo menor cerró la puerta tras de sí para iniciar su camino, comencé a escuchar esa voz, alta y clara que comenzó nuestra conversación recordándome esa insignificante existencia mía al lado de un hombre que se encargaba de ¨ponerme en mi lugar¨ cada vez que él consideraba necesario, inmediatamente me recorrió un escalofrió. De pronto acudió a mi mente el lejano recuerdo de aquella noche en la que él llegó a casa después de finalizar su turno de noche, acusándome de adulterio. Se aseguró de que los niños aún dormían , me despertó e hizo que le acompañara a la cocina.Una vez allí, con mucha educación, eso no le faltaba , me invitó a sentarme . Con un golpe seco dejó su arma reglamentaria sobre la mesa y comenzó a explicarme sin tan siquiera alzar la voz lo que ocurriría si los rumores que había escuchado fuesen ciertos. Terminó su ¨sermón¨ con un ¿está claro? ¿Claro? translúcido, me dije para mí, tendré que andar con más cuidado,pensé, sobre todo por el bien de mi amigo. Ahhhhh, esos años de encuentros furtivos fueron lo único que me mantuvo viva.
Miré al que ahora me resultaba un completo desconocido, sentado al lado de la ventana, absorto en ese estúpido programa televisivo, con el que tan solo tenía en común 3 hijos, a los cuales, todo hay que decirlo, él adoraba y les había dedicado gran parte de su tiempo. Decidí que lo mejor era irme a descansar y limpiar mi mente de recuerdos . Subí aquella estrecha escalera de caracol que tanto me empeñé en instalar cuando se construyó esta casa. En aquel tiempo la encontraba moderna, proporcionaba un toque sofisticado a la vivienda, sin embargo a día de hoy me resultaba estrecha y agotadora, al punto que habíamos decidido poner el inmueble a la venta y adquirir una pequeña vivienda de planta baja.
Con los polluelos fuera del nido y la ausencia de aficiones en común, nuestra vida social comenzó a ser más aburrida de lo habitual. Yo me sentía plena, joven, vital, con ganas de comenzar una nueva etapa, y quizá cumplir algún que otro sueño ya enterrado, lo curioso es que cuando visualizaba mi nueva vida, el no aparecía por ningún lado.
Los días proseguían al igual que aquellos largos diálogos con mi voz interior, no cesaban, al contrario, cada vez se prolongaban más y los temas resultaban más que interesantes.
Durante los largos y silenciosos paseos matutinos junto al padre de mis hijos, era cuando mi voz interior me proponia alternativas para agilizar mis nuevas pretensiones, al fin y al cabo ella había abierto mi particular caja de Pandora y bueno…me sentía obligada a escuchar atentamente todas sus sugerencias, las cuales a decir verdad no eran muy originales, pero podían surtir efecto. Que si un pequeño empujón por esa
pendiente, un pequeño resbalón en la bañera o quizá los utensilios de cocina podrían ser buenos aliados, ya se sabe accidentes ocurren todos los días.
Mi voz y yo compartiamos buena parte del día charlando sobre viejas anécdotas que hubiese sido mejor mantener enterradas, pero….. ya es tarde…….
Mañana vienen mis tres hijos, se celebra el funeral de su padre, pobre, su desgastado esqueleto no le proporcionaba demasiada estabilidad, y un mal paso fue el desencadénate de esa fatídica caída por la angosta escalera de caracol, según el forense, el golpe en la nuca ha sido mortal.
Aún estoy conmocionada por lo sucedido, la casa será puesta en venta cuanto antes. Lo más doloroso ha sido explicarles lo sucedido a mis hijos, pero siéndo honesta y que quede entre nos………….ya se sabe, accidentes ocurren todos los días.
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