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Foto del escritorSusana Rivero

Desayuno Desnudo

Se escuchan chirriantes lamentos desde la habitación contigua, asustando algunas chicas que se escabullen entre las decoraciones. Temerosas de unirse al desalentador coro de ángeles heridos que embriaga a nuestros visitantes danzando al son de sus aullidos. Bajo las plumas que liberan las almohadas que sostienen, al tiempo de jugar con ellas. Están eufóricos a la espera del momento en el que puedan escudriñar el añejo terciopelo cobrizo, frágil y húmedo y suave.

—Una buena fruta; matiza los labios con su líquido. —dice el longevo de ellos, mientras masculle un durazno.

El enclenque anciano, invadido por el espíritu de Shakespeare intenta calmar a las jóvenes, mientras se regodea con sus propias palabras.

—¿Desde cuándo las flores le temen al rocío?

—Señor, lo que menciona: son cosas.

Es interrumpido por el bayago de una de las chicas, y no sería de su agrado su pronta gallardía.

—Cierto,lo son. —explica con malevolencia, lamiendo el jugo de sus labios—. Discúlpame,por lo que ahora les esclareceré: vejestorios, adultas, jovencitas; incluso,niñas pequeñas. ¿Por qué no? Todas son objetos para nuestro deleite.

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Bonito fragmento de una historia que promete, aunque es un poco liosa puede salir algo bueno de ahí

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