Mis amigos me conocen como Casiano aunque en realidad mi nombre de pila es Rodrigo Cortez. Un compañero de clase tuvo la ocurrencia de llamarme así un día de verano en el que sufrí un inoportuno e incontrolable episodio de diarrea durante la comida. El olor y el color que empezaban a manifestarse derivó en caras de repugnancia, angustia, vómitos y mareos. Ante eso, el encargado del comedor pidió al resto de alumnos que saliesen y a mí me llevó al servicio, donde me hizo esperar a que mis padres fueran a llevarme un uniforme completo. ¿Cómo podía haberme ensuciado tanto?, te habrás preguntado. La verdad es que nací sin ano. Como lees. Me tuvieron que operar siendo bebé para sacarme un extremo del intestino a través de una abertura en la pared abdominal (por donde expulsar las heces directamente a una bolsa preparada para ello). Y bueno, volviendo al descubrimiento de mis compañeros: imagina una bolsa con escapes por rebosamiento. A los pocos días todos me conocían como Casiano (casi ano), porque tenía nalgas, pero no orificio por el que expulsar las heces.
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