Que espejo más conocido me hace compañía. Nunca empañando mi imagen, pero por su cuenta elaborando lo que soy hoy día. Mis ráfagas de dolor se mantienen vivas, mis cicatrices de amor invaden mi piel. Me intrigo a pensar si tengo presente mi peso adecuado, y mi energía asegura que estoy para quedarme por más rato.
Mi figura se entretiene con tantas delicias , mientras mi mente evoluciona mi jornada del bien y mal. La caligrafía de mis palabras me definen como persona agradable, pero mis borrones reflejan la indiscutible imperfección. Me agradan aquellos que dicen que nunca he cambiado, aunque mis canas y mis arrugas opinan de mal agrado.
Mis ojos argumentan aquello que no he visto a mi edad, porque generan una y otra fotografía de una novedad. Todavía tengo buen paso, lento y cuidadoso, pero al blanco sin ser temeroso. Mi memoria exige moldear mis pensamientos, aunque yo mismo escojo donde y con quien quiero estar. Salto de alegría a ver mi número cada año, y me explico que el kilometraje es invertido con un corazón sano.
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