Y el tiempo sigue pasando.

Vuelven a pasar los meses, la desidia sigue; nada a cambiado desde la última vez que empecé a trazar líneas que se tornaron en palabras que dieron sentido a pensamientos que me parecen no pertenecerme.

Miro hacia atrás y tengo la sensación de ser un fantasma que echa la vista atrás .contemplando aquello que alguna vez tuvo vida.

No me reconozco, antes disfrutaba de la vida como si esta fuese a acabarse al día siguiente, ahora todo da igual, como si ese fin se hubiese hecho presente y el futuro se estuviese cobrando la factura que emitió en el pasado y que ahora no tengo más remedio que pagar.

Antes (este antes parece otra vida de tan lejana que la recuerdo), escribía como quien respira, sin darme cuenta de ello, algo que está en nuestra naturaleza y de la que no tenemos que preocuparnos, pues es instintivo, básico, imprescindible.

Ahora no se si denominarla pereza, imposibilidad, hastío, incluso miedo, puede que esta última palabra sea quien mejor lo defina; miedo a que mi yo interior me recuerde que una vez estuve vivo, que viví cada momento que se presentó si temer a nada.

Que escribía relatos y libros sin pensarlos, solo habría mi alma y estos surgían a tal velocidad que mis dedos eran incapaces de seguir dicha velocidad a la hora de depositarlos sobre el papel.

Puede que recupere algo de eso que fui, solo me conformo con migajas, a veces los fantasmas residuales de aquellos que fuimos solo necesitemos, migajas del pasado que alimente al yo futuro.