--- Promesas ---
Yo me quedaba en la orilla
jugando con la arena,
mientras tú te adentrabas, cual ondina, en el mar,
esquivando las olas.
Saltabas y reías.
Y después reías todavía,
y jugabas con la espuma blanca,
y nadabas, y te perdías un instante, y renacías más tarde.
Y siempre jugabas: con el agua, con la espuma, con las olas.
Al fin te veía volver a los orígenes. Veía venir a la náyade,
resplandeciente como un pez cautivo pero alegre,
pendiente de un hilo, entre las aguas.
Y tú – sí, eras tú –
me invitabas a cumplir las promesas
que nunca nos hicimos.
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