«Hola, soy yo. Estuve llamándote desde temprano. ¿Ella se encuentra por ahí? Me gustaría hablarle. He comenzado a olvidarla; no recuerdo su voz, sus ojos, su cabello, su rostro; Nada. No recuerdo absolutamente nada de ella, pero ¡Ay, cuánto la extraño! Por favor, luna. Apíadate de mí y déjale mi mensaje».
—Hola, pequeña -respondieron el teléfono-. También te extraño, nunca te olvidaré.
—Abuela...
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