Rebeca lo amaba en silencio, pero Simón la ignoraba.
Compartieron la escolaridad hasta que finalmente egresaron y ella decidió marcharse para estudiar Psicología.
Preparó su equipaje y subió al colectivo que la alejaría de su pueblo natal. Ya estaba ubicada en su asiento cuando escuchó que alguien gritaba su nombre. Observó por la ventanilla y sus ojos lo vieron: era él, Simón, su amor imposible.
Decidida, se bajó de ese medio de transporte y se acercó. Se fundieron en un abrazo y cálido beso.
Aquel amor que ella tanto había soñado se había convertido en la más dulce realidad.
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