Belén y Joaquín se conocieron de pequeños en la playa. Compartieron un verano y se hicieron inseparables.
Las vacaciones finalizaron y cada uno regresó a su ciudad con la promesa de volver a verse.
Todos los veranos siguientes recorrieron cada centímetro de esa playa, pero no lograron encontrarse.
Pasaron diez años y ambos sintieron que la promesa que se habían hecho ya no tenía sentido, nunca más se verían. Sin embargo el destino había tejido un plan. Comenzaban unas nuevas vacaciones, Belén caminaba por la orilla del mar y de repente lo vio, era él: Joaquín. Se reconocieron al instante porque aunque habían cambiado, sus almas eran las mismas.
Sentados en la arena se juraron amor eterno.
Lo que había empezado como una dulce amistad infantil se terminó convirtiendo en un amor adolescente y verdadero.
¡Hola Magui cómo estás! Me gustó tu historia, simple, breve y bien contada. Muy bueno el toque naive. ¡Saludos!