"...Love will always find the way..."
Roxette.
I
Conocí bien a Nazarena entrando en la adolescencia con todo el hormonazo encima. ¡Fue un año muy particular!
Ella era muy desinhibida, en cambio, yo era más tímido. Me solía sentar al fondo con el único motivo de verla. El curso por lo general olía asqueroso (entre el olor a creolina, mugre y una baranda tremenda a chivo o a pata). Los profesores siempre nos obligaban abrir las ventanas de par en par cuando volvíamos del recreo.
Yo me sentaba detrás de Naza y veía su pelo castaño brillante que olía a shampoo Sedal de manzana. Era tan linda. Me hacía suspirar y sudar (todo al mismo tiempo).
- ¡Chicos este trabajo de Elsa Bornemann es para hacer en grupos de dos integrantes, sino después el que trabaja es uno solo! - dijo la profesora con tono firme. Fue asignando grupos mixtos. ¡Fatal!
- Vos Mateo ya que sos nuevo en el curso.. te voy a acomodar con... (miró su libreta)... Nazarena. ¡Listo! Van a tener que conocerse, juntarse, ponerse de acuerdo.
Una lluvia de bramidos inundó la clase. Nadie quería trabajar con las chicas. Eran raras. Los varones no las entendíamos del todo aunque nos encantaban. ¿Había opción?
Acomodé mi banco que hizo un ruido bárbaro. Entre todo el caos miré a Naza a los ojos. Me tembló el corazón.
- Hola, me llamo Nazarena pero me dicen Naza. Dice la profe que sos nuevo. ¿Cómo te llamás?
- Hola Naza, me llamo Mateo pero me dicen Matu
- Hola Matu. La verdad, no soy de leer mucho, ¿Vos?
- Yo sí, en mi casa leen mucho
- ¿Entonces, cómo saco las ideas principales?
- Yo te enseño - de pronto sentí una confianza que no había sentido antes.
Naza miraba sorprendida mientras escuchaba. Sacó marcadores de distintos colores. Juntos hicimos el resumen a toda prisa.
- ¡Bueno parece que este grupo resultó el mejor del salón! ¡Muy bien, ustedes quedan fijos para todos los trabajos de lengua! ¡Qué linda parejita hacen! - dijo la vieja de lengua sonriendo y volvió a poner orden. El curso era un desastre como de costumbre.
Naza y yo nos hicimos cada vez más cercanos. Ella me esperaba todas las tardes para ir a la biblioteca del centro, buscar información sobre Elsa Bornemann, su obra y leer algunos cuentos que luego presentaríamos al final.
- Mateo me gustó Elsa Bornemann. No la conocía. Los cuentos que están en Socorro 10 son buenísimos, ¿la leíste?
- Sí, se leen rápido. Sacá tu libro y lo leemos juntos...
- ¡Dale! - dijo gritando sin querer.
La bibliotecaria se levantó de su asiento, se acercó, nos miró con sus lentes culo de botella y dijo muy molesta: "¡esto no es un estadio de fútbol, es una biblioteca!" - se alejó refunfuñando.
- Shhhh - le dije a modo de broma para romper el hielo.
- La biblioteca cierra. Vuelvan mañana - sentenció con furia. Nos miró fijo mientras se bajaba los lentes a modo de amenaza.
Salimos riendo a carcajadas sin mirar atrás. Cerré la puerta con fuerza y echamos a correr. Se nos hacía difícil correr y respirar. Seguimos al trote hasta llegar a la avenida principal. Luego bajamos la marcha, caminamos hasta recuperar el aire. Nos miramos. Sonreímos. ¡Qué aventura! - dijimos al unísono.
- Sonamos Matu, ahora, ¿dónde vamos? Nos sacó sonando la vieja. En mi casa no hay lugar somos cinco - contestó triste.
- No te preocupes, Naza. Nos reunimos en mi casa. Hay espacio de sobra. El estudio de mi papá tiene todos los tomos de la enciclopedia Británica y los Spasa Calpe.
- Genial, ¿nos vamos a tu casa?
- Dale, le aviso a mi vieja que vamos mañana. Te invito un helado - dije sin pensar.
- ¡Dale! ¡Me encanta el helado!
II
Caminamos por el centro. Era viernes. Las calles estaban llenas de bullicio, de luces y de gente. Un mar de personas que iba y venía. Llegamos a la plaza. Nos sentamos pegados con el balde de helado en el medio.
- ¡Matu, no podés comprar tanto! dijo ella.
- Ya fue, dijiste que te gustaba. ¡Comamos!
- Mateo, ¿de dónde sos?
- De Córdoba, una ciudad que se llama Villa María
- ¿Extrañás mucho?
- Sí, bastante. Vos, Naza, ¿siempre viviste acá?
- No, vivo acá hace dos años. Tengo primos y tíos en Buenos Aires. Siempre que podemos vamos para allá.
- Sí, nosotros también.
- ¿Viste el Rey León?
- Nah... ¿está piola? dije mientras me metía una cucharada de helado.
- Sí, mi hermanito salió re contento del cine, ¿Vamos? - dijo Naza con las mejillas coloradas del frío.
Dejamos el balde de helado en el banco de la plaza mientras se tragaba los mocos de frío. Caminamos hasta su casa. Charlamos de todo: de nuestros compañeros, las viejas de la escuela, las materias del cole, la dire... la tomé de la mano.
- Mateo, vos que lees mucho, ¿nunca le diste un beso a una chica? - me dijo al oído acercándose un poco.
(CONTINUARÁ...)
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